De un tiempo a esta parte, mucha
gente (increíblemente mucha gente) ha comentado que ser maraca (o no buscar
precisamente un pene estable) es algo muy muy malo, tan malo que merece ser
publicado y transformar al pobre hombre que le gusta el sexo fácil en una bruja
perseguida por la inquisición. ¿En qué nos diferenciamos de la sociedad del
siglo XVII si aún vemos a quien le gusta el sexo casual como una zorra que
merece arder en el infierno?
Mientras hablaba con Mi
Marido, llegué a la terrible conclusión de que nosotros como gais estamos
predispuestos a usar cualquier cosa como un argumento para denostar y
desclasificar a alguien que no quiere las mismas cosas que el resto, como el
matrimonio idílico. Alguien que simplemente vive una vida distinta, alguien que
simplemente disfruta del sexo casual. Y eso es lo mismo que viven las mujeres
cuando tienen más de 5 compañeros sexuales en su vida. (¿5? ¿En serio?)
Y sí, 5 compañeros sexuales
cuando mucho. Pero ¿qué pasa desde nuestro lado de la calle? ¿Qué tan
importante es el número de parejas sexuales que uno haya tenido para saber qué
tan valioso o apetecido es en el mundo gay?
Según estadísticas, nosotros
como homosexuales tenemos mínimo 2 enfermedades venéreas en toda nuestra vida. Por
ende: ¿no será hora de dejar de destruirnos a nosotros mismos porque uno es más
sincero que el otro sobre su vida sexual?
Acá el enfoque está en que uno
cuando está conociendo a alguien y ese tipo te comenta que tiene bastante
experiencia sexual (y lo demuestra, dios los bendiga), se tiende a dudar de él.
Incluso como experiencia propia, al comentar en una salida con algunos amigos sobre
mi experiencia sexual, fui visto como la gran puta de la babilonia gay. Como si
tener sexo fuera algo malo, como si tener sexo y vivir en paz con eso fuera
casi digno de la ejecución pública.
Está bien, todos vivimos
discriminados por esta asquerosa sociedad, pero ¿por qué nosotros mismos como
gais nos discriminamos y miramos a quien está teniendo más sexo que nosotros
como la zorra que merece la muerte?
Y también está la otra
contraparte, cuando un gay conoce a un chico que tiene mucho sexo, siempre le
dice: “te vas a quedar solo”. Casi como deseando en secreto que se quede solo
sin nadie que lo quiera. ¿Acaso aquel que tiene mucho sexo de manera fácil no
merece amor?
Y ahí hay otro tema sobre el
cual podría estar escribiendo casi un libro, la discriminación del gay hacia el
gay. Lo cual es igual de ilógico que se hable sobre quien es el hombre y la
mujer de una relación asociándolo a quien mete el pene y quien lo recibe. (las
feministas radicales lo llaman “falocentrísmo”. Sí, existe esa palabra)
Mientras nosotros como gais
apuntamos a los que se sienten cómodos teniendo una vida sexual muy activa, a
nosotros siendo 2016 se nos sigue apuntando con el dedo acusador de una
sociedad cínica.
Siempre todo está sujeto a
todo lo que queramos, si un día queremos sólo divertirnos, adelante. Si un día
queremos comprometernos y sentar cabeza o ya establecer una relación seria y comprar
un departamento, adelante. Tenemos nuestra vida completa frente a nosotros,
claro, se vuelve todo más fácil cuando nos sacamos los prejuicios de la
inquisición de la cabeza, porque pasamos de ser las brujas quemadas a los sacerdotes
que apuntan con el dedo.
Recordemos que el valor de una persona se determina por sus actos, no por su comportamiento en la cama.